Hay muchos hombres imprescindibles en mi vida. Sin embargo, a quien más admiro es a Sir Ernst Shackleton.
Shackleton fué un explorador irlandés que en 1914 quiso lograr la hazaña de ser el primero en cruzar la Antártida de lado a lado.
Sin embargo, a plena vista de la costa Antártica, su barco, el “Endurance“, fué hundido por el hielo, dejándolos aislados por año y medio, sin suficiente alimento y sin comunicación.
Aún cuando pudieran haber pedido ayuda, Reino Unido se encontraba enfocado y con todos sus recursos en la Primera Guerra Mundial que había iniciado justo cuando acababa de empezar la expedición.
Estaban realmente sin capacidad de obtener ayuda más que la que ellos mismos pudieran ofrecerse.
Su historia es maravillosa, pero lo más increible es la proeza de haber logrado que después de año y medio de aislamiento, que ningún miembro de su tripulación muriera.
Todo esto en una época donde era común que fallecieran no uno sino decenas de miembros aún en expediciones exitosas.
El mérito lo tiene gracias a un liderazgo impecable y que siempre buscó el buen ambiente y el ánimo entre todos. Cantaban, bailaban, jugaban futbol…
Nunca dejó caer el ánimo de ningun miembro y cuando esto empezaba a suceder, ordenaba servir raciones dobles a toda la tripulación para animarlos (aún cuando no había suficiente para repartir o que a él no le alcanzara).
La alegría y el buen ánimo por si mismo no garantizan la supervivencia de cualquier persona con hambre. Pero, en este caso, fué la diferencia entre vivir o morir.
Vale la pena que veas este video de 2 minutos publicado por NOVA con un resumen de su hazaña.